domingo, 21 de diciembre de 2008

“PENSAR CON EL CORAZÓN SENTIR CON LA MENTE”

Las emociones están tejidas en toda la red de interacciones que el sujeto establece, y ello supone observar la gran complejidad de vínculos. Una persona es un nudo en una red de relaciones. Desde este enfoque, la educación emocional significa ampliar nuestra mirada a todos aquellos fenómenos que están incidiendo en nuestra vida: la mirada transgeneracional (antepasados, las raíces), la mirada intergeneracional (padres e hijos; maestros-alumnos), la mirada intrage-neracional (lealtad a la propia generación y al contexto histórico), la mirada intrapsíquica (el individuo como sistema físico, emocional, mental, espiritual, etapa evolutiva). Ámbitos todos ellos que construyen y configuran nuestro mundo interno. La educación emocional no puede ser, por tanto, sólo el aprendizaje de unos recursos y habilidades para identificar y regular las emociones.
Una educación emocional con estas características pretende ayudar a superar las crisis vitales de crecimiento y ofrecer herramientas para poder crear un puente entre las emociones y el pensamiento, y generar un estado de consciencia de los individuos más global e integrador de su realidad, para estar en consonancia con todo lo que son y generar una nueva forma de pensar que haga frente a la creciente complejidad de su mundo relacional, a la rapidez de los cambios y a la imprevisibilidad que caracterizan nuestro mundo.
Este modelo de educación emocional sistémico es fruto de las aportaciones de diversos autores de la neurociencia, como Damasio, autores pioneros del nuevo paradigma de la complejidad y de la teoría de sistemas como Edgar Morin, Humberto Maturana y especialmente Bert Hellinger con su descubrimiento de los órdenes que operan en los sistemas humanos y la aplicación de los mismos a la pedagogía, con la creatividad y el esfuerzo de Angélica Olvera, pionera de dicha aplicación en México, en el Centro Universitario Doctor Emilio Cárdenas (CUDEC).
La mirada transgeneracional.
Incluir este elemento dentro del currículo quiere decir ayudar a nuestro alumnado a reconciliarse con sus raíces sean cuales sean. Asimismo, les permite apreciar la vida tal y como les ha llegado y supone restablecer la cadena de admiración que como un hilo invisible ata las generaciones vivas con las generaciones perdidas. Supone también transmitir una poliidentidad, porque, como dice Edgar Morin: “Somos los hijos de una familia, de un país y de un planeta”.
Mirada intergeneracional.
Aquí nos centraremos en la relación padres-hijos, maestros-alumnos, o sea, la posición que ocupan dentro de su sistema, para clarificar cuál es su lugar. Esta mirada nos habla del orden y la jerarquía dentro del sistema, por tanto, de la autoridad y los límites: saber estar en el lugar que les corresponde y no provocar situaciones que no les pertenecen.
Mirada intrageneracional.
Nos centraremos en las relaciones entre iguales y sus lealtades. Los que pertenecen a la misma generación o están en la misma línea jerárquica en el sistema familiar y educativo: hermanos, alumnos, padres-maestros, maestros-maestros.
Mirada intrapsíquica.
Pondremos la mirada en la estructuración interna y la maduración que han conseguido nuestros alumnos y alumnas, su integración de esta gran complejidad de vínculos, grado de maduración y desarrollo. Etapa evolutiva en la que se encuentran y necesidades propias de su edad.
DIFERENTES INTERVENCIONES CON ALUMNOS Y SUS FAMILIAS.
Estos órdenes y amplitud de mirada constituyen la base de cualquier actuación que llevamos a cabo de una forma preventiva en el crédito, en las tutorías, etc., o bien en intervenciones individuales con una finalidad más terapéutica o de resolución de conflictos.
La actuación del departamento de psicopedagogía es a petición de las familias, del equipo directivo, de los tutores y a veces solicitan la ayuda los mismos alumnos y alumnas. En ningún caso se interviene sin previo consentimiento y colaboración de los padres.
Un caso de bullying: “No nos gustan las lentejas”.
El caso me es derivado por la directora, que recibe a la madre de una alumna de tercero de ESO que le explica que su hija desde hace varias semanas está siendo objeto de insultos por parte de unas chicas que antes eran sus amigas. La insultan por la calle, por el Messenger y en el instituto. Le dicen: “No nos gustan las lentejas”, porque la chica es muy pecosa. La madre quiere denunciarlas, si no cambian de actitud, porque su hija ya no se atreve a salir a la calle y no quiere ir al instituto. Se le ofrece la posibilidad de una intervención desde el centro y aceptan la propuesta tanto la madre como la hija.
La alumna acude a mi despacho acompañada de una amiga. Me explica los hechos, y se la ve muy enfadada. Le pregunto si ella atribuye lo que ocurre a alguna situación y cuál es su relación con las supuestas agresoras. Me explica que desde hace unas semanas sale con un chico que es de otro pueblo (el instituto acoge a alumnos de diferentes pueblos y culturas diversas), y que las que la insultan son sus antiguas amigas: se meten con ella porque va con los del otro pueblo y la llaman “traidora”. Explica que va con quien quiere, que no le gusta nada su barrio y que si pudiera se iría de allí (la amiga que la acompaña es la hermana del novio, que ahora es su íntima
amiga). Le señalo que si yo fuera sus padres me sentiría muy mal de oírla hablar con tanto desprecio del barrio donde vive, donde tiene su casa. Le digo que su barrio forma parte de su historia, y que es el lugar que han escogido sus padres para vivir, y eso debe respetarlo. Le comento que ese desprecio a ella no le hace bien y que la debilita.
Con esta intervención trato de poner la mirada en su propia historia y en sus raíces más que en el problema concreto que ella trae. Con esto pretendo que se ponga en contacto con sentimientos primarios y profundos.
Le pregunto si tiene algún recuerdo agradable de su vida en ese barrio, en la escuela y con sus compañeras de la infancia. Le pido que cierre un momento los ojos y visualice alguna situación. Al poco rato me dice que sí, que ha visto la escuela de Primaria y que recuerda las salidas, las excursiones, las colonias y que lo pasaba muy bien. Continúo diciéndole que visualice la cara de las amigas que la acompañaban. Le pregunto quiénes eran, y si alguna de ellas coincide con las que ahora la insultan. Me contesta que son las mismas y que por eso le duele tanto que ahora no respeten sus decisiones. Le digo que a ellas posiblemente también les duela que las desprecie y que se avergüence de su barrio y que hable así. Eso también es una agresión a su familia y a las personas que han formado parte de su vida.
Aquí trato de hacerle ver que ella no es sólo la pobre víctima, sino que con sus actitudes está siendo bastante hostil con su entorno y con su pasado.
Le aclaro que de ninguna manera es correcta ni justificable la actuación de sus antiguas amigas, pero que si queremos resolver el conflicto tenemos que bucear hacia el fondo que lo está provocando. Le explico la estrategia que voy a seguir: llamaré a sus antiguas amigas, escucharé su versión a solas, al igual que ella ha tenido su espacio. Posteriormente las reuniré a todas y haremos una mediación. Me dice que está de acuerdo.
Llamo a las supuestas agresoras: son cuatro, están muy enfadadas, dicen que es una chula y que pasa de ellas; me confirman que están muy dolidas con ella. Les digo que su dolor es legítimo pero que su forma de actuar es inadmisible y que el instituto no lo va a permitir.

Aquí les hablo del orden y la ley, y les propongo la vía del diálogo para resolver el conflicto de una forma positiva con su colaboración.
Primero no quieren hablar con ella para nada, pero a medida que les explico que entiendo su dolor y su rabia, y que ellas también se han sentido agredidas por la actitud de su antigua amiga, se van calmando: ya no sólo son las agresoras sino también las víctimas.
La estrategia tanto con la víctima como con las agresoras es romper la disociación de “buenos y malos” y conectar con los sentimientos propios más primarios.
Tras esta entrevista reúno a ambas partes: entran sin hablarse ni mirarse, se sientan y se hace el silencio. Comienzo explicando a cada parte lo que hemos hablado y ellas confirman que es cierto. Les propongo avanzar un paso más y que cada parte exprese sus necesidades.
- La víctima dice: “Que me dejen en paz y respeten mis decisiones, porque yo voy con la gente que quiero”.
- Y las agresoras: “Que no nos mire tan mal, que no se haga la chula, que no somos apestadas”.
Les expreso que voy a verbalizar las necesidades que percibo en el fondo y que les voy a poner palabras:
- A la víctima: ellas necesitan ser reconocidas, que les des un lugar, ya que forman parte de tu historia de vida.
- A las agresoras: ella necesita que respetéis su libertad de movimientos y sus decisiones.
Con este mensaje les pido que se miren a los ojos y observen qué pasa. Se quedan en silencio, están emocionadas, especialmente una de las agresoras. Les pregunto a todas si sienten que está bien así y si podemos dar por concluida esta situación: todas asienten y se marchan.
Desde entonces no hay más insultos, incluso alguna de ellas la saluda por el pasillo, pero no vuelven a ser amigas.
Un caso de déficit de atención: “Mi niño es mis manos y mis pies”.
Este alumno de segundo de ESO, que me es derivado por la tutora, presenta unos síntomas de iperactividad, despiste, y como consecuencia, apenas aprueba alguna asignatura.
Cuando le pregunto por qué está tan nervioso se queda en silencio, quieto, se le humedecen los ojos y me contesta: “Cuando estoy aquí siempre tengo miedo que le pase algo a mi madre”. Me cuenta que su madre tiene una enfermedad –fibromialgia–, y que casi no puede andar.
Con unos muñecos le pido que me coloque a los miembros de su familia: su padre, su madre, su hermano mayor y él. Con este juego trato de ver dónde se sitúa. Mientras lo hace dice: “Yo siempre con mi madre, por ella daría la vida”, y se coloca a su lado como si la rodeara con el brazo.
Le digo: “Entiendo por qué no puedes estudiar, esto te pesa más”.
A continuación hablo por teléfono con la madre, le cuesta mucho desplazarse al centro dada su enfermedad, pero le digo que es importante que hablemos de su hijo.
Enseguida me pide que le dé una hora y me confirma que vendrá ella, ya que su marido no puede porque trabaja hasta muy tarde.
En la entrevista con la madre veo a una mujer enferma, casi no puede moverse, pero con mucha fuerza en la mirada, y se lo expreso. Le pregunto qué opina de los problemas de su hijo con el aprendizaje, y me dice que está muy preocupada. Sabe que su niño es muy listo pero no se concentra, siempre está muy nervioso. Le saco los muñequitos y le muestro dónde se coloca su hijo, y dice: “Mi niño es muy bueno, es mis manos y mis pies”. Le digo que eso para un niño es una carga demasiado pesada y que así él no puede estudiar, y que el niño necesita ser sostenido.
Se emociona, se queda en silencio y me responde: - “Nadie me había dicho esto, gracias. Quiero lo mejor para mi hijo y haré lo que haga falta para que él no lleve esta carga”. Le pregunto quién la ayuda y si tiene bastante ayuda a nivel material. Su marido y su hijo mayor hacen lo que pueden, también va al psicólogo.
Yo siento que no tengo que decirle nada más, porque ha entendido perfectamente de qué carga le estoy hablando y que se va a organizar. Llamo al alumno, entra y su madre le da un abrazo.
Nos miramos todos y le digo: “Tu madre y yo hemos hablado de ti y he visto que tu madre está enferma, pero tiene una fuerza increíble. Ella y tu padre te sostienen, deja que ellos resuelvan esto, ellos lo llevan”. Él sonríe, suspira mirando a su madre.
A raíz de esta intervención, este alumno mejora bastante en los estudios. En la actualidad cursa cuarto de ESO en un grupo de refuerzo, y aunque lleva un cierto retraso se esfuerza y trabaja.
Con la madre hablo periódicamente por teléfono de la evolución de su hijo, y está muy contenta.

Autora: Mercé Traveset Vilaginés - Maestra, Psicóloga y formada en Psicoterapia Humanista. Psicoanalista con especialidad en niños y adolescentes. Psicopedagoga y especialista en Pedagogía Terapéutica. Formada en Constelaciones familiares, Máster en Pedagogía Sistémica. Es terapeuta familiar desde hace más de veinte años en consulta privada. Realiza cursos y asesorías para la formación del profesorado desde hace más de diez años, siendo pionera junto con Carles Parellada, en la introducción de la Pedagogía Sistémica en diversas escuelas públicas de Cataluña y otras Comunidades. Forma parte del equipo de formadores del ICE de la UAB y coordinadora del Diplomado y Master en Pedagogía Sistémica en el Institut Gestalt de Barcelona. Trabaja como psicopedagoga en un IES de secundaria, donde hace intervenciones desde este enfoque pedagógico con los alumnos y las familias, y ha creado un crédito de Educación Emocional Sistémica que ha sido publicado en la Web Departament d´Educació (Generalitat de Catalunya), es coautora del libro “Emociones y Educación” Ed Graó y del libro “ Pedagogía Sistémica, fundamentos y práctica” Ed. Graó, así como de varios artículos sobre el tema.
La experiencia presentada en este artículo forma parte del proyecto educativo del IES Viladecavalls, que considera fundamental vehicular la educación emocional de una forma transversal y sistémica en todos los ámbitos educativos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Pedagogía Sistémica.


PEDAGOGÍA SISTÉMICA: actitudes recomendables para predisponernos a pensar, sentir y actuar sistémicamente en lo relativo a la institución educativa, los educadores, el alumnado y las familias.

de: Amparo Pastor Bustamante


En sentido amplio y considerando la vida como un proceso de enseñanza –aprendizaje, la Pedagogía Sistémica nos enseña a reconocer y asentir la realidad tal y como es mostrándonos cómo tomar la vida y respetar la muerte, ordenando el amor y reestableciendo la paz para beneficio de las generaciones pasadas, presentes y futuras. En el presente artículo revisamos algunas actitudes que posibilitan su puesta en práctica en el contexto de la escuela partiendo básicamente del trabajo desarrollado por Angélica Olvera en México y de los frutos de su expansión internacional, especialmente en España. Para ella, la Pedagogía Sistémica “es la interrelación del proceso de trabajo personal de los maestros, el trabajo con los alumnos y la contextualización dentro de los órdenes del amor de ciertos contenidos curriculares a nivel educativo, junto con la necesaria inclusión de los padres de los alumnos dentro del proceso de educación” (Olvera ,2004). Lo interesante de este novedoso paradigma educativo es que aplicando la teoría de los órdenes del amor y de las constelaciones familiares de Bert Hellinger demuestra los beneficios académicos y emocionales de incluir a los padres y aporta herramientas didácticas que, como los movimientos sistémicos, posibilitan que educadores y alumnos se desarrollen a nivel personal y emocional dentro del contexto escolar.

1. Actitudes recomendables relativas al proceso de trabajo personal de los educadores

En la práctica de la Pedagogía Sistémica va implícita el que los maestros estén en un proceso de desarrollo permanente, especialmente a nivel humano. Asimismo, como esta visión sistémica de la pedagogía está inspirada básicamente en el trabajo fenomenológico transgeneracional de Bert Hellinger, antes de educadores hemos sido alumnos y antes de padres hijos, y entonces resulta crucial para este paradigma identificar, ordenar y asentir las etapas de los procesos vitales y honrar la historia y los padres propios; solo así podremos hacer lo mismo con nuestros alumnos (Pastor, 2003). Entre las herramientas que utilizamos con esta finalidad están los Movimientos Sistémicos, el Genograma, la Autobiografía personal y la Autobiografía académica. Entre las actitudes que recomendamos adoptar a los educadores están las siguientes:

A) Reconciliarse con la propia historia familiar y académica incluyendo en el corazón personas, etapas y contextos que nos inspiran gratitud y aquellos excluidos, no reconocidos y olvidados del sistema familiar y académico.

Es importante que el educador se predisponga a conocer su historia para ordenarla y para sanar sus vínculos familiares y académicos desarrollando auto mensajes e imágenes interiores que fomenten la paz , solo así podrá impulsar este trabajo en su entorno. Como señala Hellinger, es más saludable y más mágico, aunque más costoso, realizar algo que fomente la vida en memoria de los seres queridos y tomar la propia vida haciendo que también otros participen en ella. Es más valiosa la reconciliación (Hellinger, 2001 a).

B) “Honrar” y “Tomar” a las propias familias de origen y a los propios padres propiciando contextos, a través de las actividades y los contenidos escolares, para que los alumnos y sus familias también lo hagan.

“Honrar” a los padres y a la familia significa tomarlos tal y como son y amarlos tal y como son. No hay nada más fuerte que la familia, nos hallamos vinculados a ella y a sus destinos; de hecho somos nuestra familia. Desde la perspectiva sistémica, la sanación o liberación de las heridas familiares se logra a través de la reconciliación y no del reproche o la exigencia.

“Tomar” desde la perspectiva sistémica propuesta por Hellinger es algo diferente de aceptar. Aceptar es condescendiente. Tomar significa: “lo tomo tal como es”. Este “tomar” es humilde, asiente a los padres tal como son. Tomándolos también asiento a mí mismo, tal como soy. Es algo profundamente reconciliador, una llegada a la paz, y se halla más allá de toda valoración “ni bien ni mal” (Hellinger y Hövel, 2000, pp. 123).

C) Asentir a la realidad tal y como es, adoptando una mirada amorosa, inclusiva, flexible y dirigida hacia delante; hacia la vida y las futuras generaciones.

Más que pretender cambiar la realidad se trata de ubicarnos adecuadamente en nuestro lugar dentro de ella para disponer de una mirada amplia y de un amor que puede ver. Una mirada así no se entretiene en reproches ni en lamentaciones por lo que no pudo ser o lo que no es respecto a su propia historia o la de sus alumnos.

D) Enfocar la mirada a las soluciones más que a los problemas adoptando una actitud de humildad y de cooperación confiando en que lo esencial “se da” cuando es su momento.

Mirar a la solución conlleva asumir la cooperación. Como señalan Olvera y Schneider, muy a menudo el aspecto de solución se ve ocupado por reproches y culpas: “Nosotros culpamos a los padres de los problemas familiares y ellos llenan de reproches nuestra tarea docente. Así ni ellos como padres, ni nosotros como maestros miramos la solución, tampoco miramos lo que la conducta del alumno está diciendo. Esto es lo que se hace en el trabajo con Constelaciones Familiares, ver el conflicto desde un punto de vista sistémico donde la solución principalmente tiene que ver con la alianza que se genera entre los padres y le escuela. Así la visión de la pedagogía en este siglo es una VISIÓN SISTÉMICA” (Olvera y Schneider, 2004, pp.12).


2. Actitudes recomendables relativas a la mirada de la institución educativa y sus profesionales hacia los alumnos y sus familias

Este paradigma educativo requiere de una mirada amplia que necesariamente incluya a los padres y la familia del alumno asumiendo la existencia de la fuerza del vínculo y de la solidaridad entre familiares y generaciones. Asimismo, requiere que los profesionales, desde el trabajo en equipo, adopten una actitud de confianza en los recursos del alumno y de su sistema familiar para afrontar su destino. En este sentido, entre las actitudes recomendables están las siguientes:

E) Ver más allá de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Dejar de mirar a los alumnos como víctimas, respetar su destino y mirarles como personas que actúan por amor, y así también a sus padres.

En esta nueva orientación el niño no es la víctima, aún en sus acciones destructivas es una persona que actúa desde el amor. No se trata de intentar librar necesariamente a los alumnos de todas sus implicaciones, porque de ellas también surge su fuerza, se trata de acompañarles respetuosamente. Por otra parte la práctica revela que el niño tiene el amor más fuerte y donde hay un destino grave, toma la carga del progenitor más necesitado integrando a través suya a excluidos o no reconocidos del sistema, manifestando por ejemplo, problemas escolares. Como señalan Olvera y Schneider (2004), en su conducta problemática se demuestra que tanto el niño como sus padres están ligados a un destino común de familia y de clan y la conducta del niño hace resaltar algo que estaba escondido y sin solución. Cuando los maestros frente al alumno asumen que están frente al alumno y su familia se vuelven más humildes en sus aspiraciones sabiendo que "aún hay más", que no sólo hay fallos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que los hijos, junto con los padres, tienen dinámicas familiares ocultas que influyen en su proceso educativo.

F) Reconocer y respetar a las familias de los alumnos. Actuar con humildad desde nuestro lugar y no sentirnos mejor que los padres, ocupando inconscientemente su lugar bajo la creencia de que los “especialistas” lo sabemos hacer mejor.

Frente a los etiquetajes (hiperactividad, atención dispersa, acoso...), la especialización y el abuso de instrumentos de evaluación que actualmente proliferan en educación, en Pedagogía Sistémica apostamos por una mirada amplia, humilde y amorosa. En esta línea, Olvera y Schneider (2004) nos invitan a cuestionar más que a diagnosticar: “Cuando veo a mis alumnos con su atención puesta en otro lado, no en la escuela, me pregunto: ¿Adónde se dirige esa atención? Desde el fondo de su alma, qué es lo que para él o ella es de suma importancia, si todo niño actúa por amor, ¿Adónde se dirige ese amor? Mi experiencia con el síndrome de atención dispersa es que esta dispersión puede deberse a una concentración en otro lado. Sería mejor que nos preguntáramos, ¿A quién cuida?, ¿Dónde está su amor?

Las preguntas que como docentes nos podemos hacer ante las dinámicas familiares de nuestros alumnos serían ¿Hasta dónde intervengo yo como maestro?, ¿Cómo puedo tener una visión más amplia del conflicto?, ¿Hasta dónde la solución a los problemas del aprendizaje está centrada en el estilo de aprender? o ¿Cómo yo como maestro, facilito el aprendizaje de los contenidos? ¿O si hay algo más allá de nuestra interacción con el alumno que sin la ayuda de los padres no podríamos resolver para el bien de nuestros alumnos... sus hijos? (Olvera y Schneider, 2004, pp.12).


3. Actitudes recomendables para que todos (institución, educadores y familias) contribuyamos a que el amor se ordene y fluya posibilitando que las relaciones intra e intersistemas escolar y familiar sean constructivas

En ocasiones, los esfuerzos de padres, maestros y terapeutas resultan poco útiles ante algunos niños y adolescentes que representan un desafío particular para su entorno, especialmente cuando intentan resolverlo ellos solos o cuando solo miran a los síntomas. Desde la Pedagogía Sistémica encontramos que, con frecuencia, las causas se encuentran ocultas y son el resultado de un orden dañado del sistema familiar. Al desvelarse y reestablecerse los órdenes del amor se generan soluciones que hacen fluir el amor para el bienestar y alivio de todos los componentes de la familia repercutiendo favorablemente a nivel escolar y social. En este sentido son actitudes recomendables para todos:

G) Recordarse y recordar, a través de actividades y metodologías que propicien el sentido de la vinculación, que “Pertenecemos” y que “No estamos solos”.

Cuando como maestros, familias o alumnos nos sentimos solos en la labor educativa ello nos lleva a la exclusión y/o la agresión, derivando en que se agudice el miedo inherente a la educación que todos experimentamos desde nuestro lugar (Olvera y Pastor, 2004). ”Perteneces”, “Eres uno de nosotros” son frases que vinculan y con un enorme poder reconciliador. Marianne Franke (2004) en su libro brinda numerosos ejemplos prácticos en este sentido.

H) Transmitir a las familias lo necesaria que resulta su presencia y colaboración y la importancia de su actitud hacia la institución, los educadores y la enseñanza para equilibrar el dar y el tomar entre familia, alumnos y escuela.

En este sentido es muy importante que la institución educativa haga saber a las familias cuanto beneficia a sus hijos si ellas con sus actitudes se predisponen a:

-Reconocer y respetar a la institución y a los docentes tal y como son confiando en su labor.

-Actuar con humildad y respeto de modo que la familia ocupe su lugar, sin sentirse mejor que los educadores.

-No hablar mal a los hijos de su centro escolar ni de sus educadores. Dignificar la labor de la institución educativa y de los educadores propiciando oportunidades para hacer ver a los hijos todo lo que reciben.

-Asumir que los problemas de los hijos son problemas a resolver en común cooperando y no compitiendo, dignificándose y respetándose mutuamente, familia e institución educativa.


I) Contribuir a potenciar el orden en los sistemas a los que pertenecemos y no contribuir al caos. Respetar la jerarquía y ocupar nuestro lugar para que pueda fluir el amor.

En la familia: Los hijos no deben ocupar el lugar de los padres, deben tomarles tal y como son y no pretender ser mejores que ellos. Los padres han de procurar no hacer creer a los hijos que estos son mejores que ellos mismos pues así les dificultan la necesaria tarea de que estos les tomen como padres y les honren tal y como son.

Asimismo, los padres han de procurar que los hijos no carguen con responsabilidades emocionales o funciones que no les corresponden y que ellos mismo han de asumir, pues los hijos, dada la fuerte vinculación que sienten, tenderán a asumirlas por amor. En este sentido, los padres pueden liberar a los hijos apelando a auto-mensajes o a frases verbalizadas del tipo “gracias por tu intención pero esto no te corresponde, es asunto mío y me ocupo yo”.

En la escuela: Se reconocerá la diversidad y se respetará la jerarquía. Es necesario un respeto mutuo entre los maestros y los padres. Sobre todo, es importante que los maestros no se sientan superiores a los padres y tengan presente que los alumnos son leales a sus padres. El maestro verá al alumno como miembro de una familia y al sistema familiar como una unidad o totalidad. A su vez ha de contribuir a que el equipo directivo del centro educativo pueda ocupar su lugar no restándole credibilidad o poder con actitudes críticas o comentarios negativos a otros miembros de la comunidad educativa; y lo mismo, el equipo directivo con respecto al personal docente y no docente que trabaje en el centro educativo.

Por otra parte, al entrar en un centro educativo y en un aula, el educador forma parte, lo quiera o no, de dichos sistemas y ha de ocupar el lugar que le corresponde cumpliendo con su responsabilidad y asumiendo la autoridad que le confiere su papel.

Si lo hace o no, quedará reflejado en la estela de impresión que su presencia deja en los restantes miembros de los sistemas implicados: alumnos, familias, institución educativa y sociedad.

Dentro del equipo de profesores: Se considerará la antigüedad en el centro y, en correspondencia, se asignará su asiento y turno de palabra en las juntas y claustros.

Dentro del aula: El maestro debe respetar a los maestros que estuvieron antes y fomentará el que el alumno muestre respeto al maestro anterior.

Se considerarán las diferentes edades de los alumnos al ubicarles en el espacio, los mayores atrás y los menores delante. Los menores respetarán a los mayores. Como señala Ten Herkel (2004), cada niño necesita tener un buen lugar en la clase y conviene tener presente que los niños marginados ocupen un buen lugar en la clase.

Nos aseguraremos que no se produzca favoritismo y de que ningún niño se vuelva la oveja negra de la clase. Por Ej. Haciéndose cargo de cosas que pertenecen a otros del grupo.

Finalmente señalar, cómo apunta Hellinger (2001b), que el amor crece y florece dentro de un orden que da a cada miembro del sistema (familia y/o escuela) un lugar de dignidad y respeto. El olvido, la exclusión o el no reconocimiento de cualquier persona perteneciente a dicho sistema es causa de infelicidad y desdicha. Si se respeta la jerarquía y cada miembro ocupa su lugar podrá fluir el Amor. En este sentido, órdenes fundamentales en educación son: Que los maestros y los padres son grandes y los alumnos y los hijos pequeños, y que los maestros y los padres dan y los alumnos y los hijos reciben.

Amparo Pastor Bustamante.
Organizadora y ponente en la Formación de Experto en Pedagogía Sistémica en Madrid. (www.amparopastor.com)



Referencias bibliográficas:

Franke-Gricksch, Marianne (2004): Eres uno de nosotros. Argentina. Alma Lepik

Hellinger, Bert y Hövel, Gabriele ten (2000): Reconocer lo que es. Barcelona. Herder.

Hellinger, Bert (2001) a: “Religión, Psicoterapia, cura de almas”. Barcelona. Herder.

Hellinger, Bert (2001) b: “Órdenes del amor”. Barcelona. Herder.

Olvera, Angélica (2004): Módulo III del Diplomado en Pedagogía Sistémica celebrado en el CUDEC. Material elaborado por el CUDEC (Centro Universitario Doctor Emilio Cárdenas).Tlalnepantla, México.

Olvera García, Angélica y Schneider, Sieglinde (2004): “Los conflictos de los alumnos en la escuela como una expresión de amor a su familia”, Revista Mexicana de pedagogía, 77, mayo/junio, pp 10-12

Olvera, Angélica y Pastor, Amparo (2004):”Pedagogía sistémica con el enfoque de Bert Hellinger. Redes de amor y respeto en el aula”, Revista mexicana de Pedagogía, 80, noviembre-diciembre, pp11-13.

Pastor Bustamante, Amparo (2003): “Los adolescentes y sus educadores desde una perspectiva sistémica y evolutiva”. Ponencia- coloquio en el Encuentro: Los adolescentes y sus emociones: Actitudes saludables para la vida, organizado por la Casa de la Juventud de las Rozas, Madrid. 10 de Mayo de 2003. Publicada en el libro de Ponencias de las Jornadas.

Ten Herkel, Jutta (2004) .El pensamiento sistémico, Los Órdenes del Amor en Contextos Variados. Documento sin publicar traducido por Julio Ortiz Achar.


2007 © Peter Bourquin, Barranc del Llop 31, 08750 Molins de Rei, Barcelona
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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Cada quien en su lugar para poder educar.















PEDAGOGÍA SISTÉMICA: CADA QUIEN EN SU LUGAR PARA PODER EDUCAR


Amparo Pastor Bustamante - Licenciada en Psicología. Psicoterapeuta. Psicoterapia Gestald.


I. ¿ QUÉ ES LA PEDAGOGÍA SISTÉMICA?. EL NUEVO PARADIGMA CUÁNTICO Y EL ENFOQUE FENOMENOLÓGICO

En un sentido amplio, la Pedagogía Sistémica es la educación que nos enseña a mirar, ubicarnos y relacionarnos adecuadamente con los sistemas humanos que nos rodean y con aquellos a los que pertenecemos; ya sean escolares, familiares, sociales u organizacionales.

Es la disciplina que a través de diferentes técnicas ,entre ellas los movimientos sistémicos ,nos permite apreciar el funcionamiento de los sistemas, descubrir cómo sus integrantes se relacionan entre sí, el orden existente, y si cada cual ocupa el lugar que le corresponde dentro de ellos. Todo ello a fin de reestablecer el equilibrio dentro de los mismos y poder así acceder a las fuentes de la fuerza que dichos sistemas albergan para cada uno de sus miembros (Pastor, 2006).

En un sentido más específico, la Pedagogía Sistémica es el fruto de aplicar la teoría de los órdenes del amor y de las constelaciones familiares dentro de la educación.

Como señala Angélica Olvera, “ Es la interrelación del proceso de trabajo personal de los maestros, el trabajo con los alumnos y la contextualización dentro de los órdenes del amor de ciertos contenidos curriculares a nivel educativo, junto con la necesaria inclusión de los padres de alumnos dentro del proceso de educación” (Olvera ,2004).

 El interés de la Pedagogía Sistémica para la Educación es que incorpora un nuevo paradigma para la prevención y la intervención: Se trata del PARADIGMA CUÁNTICO.

Según el Paradigma cuántico “El observador modifica la realidad”.Partiendo de ahí podemos transformar el pasado y el futuro cambiando nuestra mirada.

¿Cómo hacerlo?, entre otros medios, a través de la transformación de nuestras imágenes internas y de nuestras actitudes ante lo que fue y lo que será y tomando fuerza para reconocer lo que es. En esta dirección son de gran ayuda los movimientos sistémicos como técnica que nos permite ver y experimentar espacialmente, a través de representantes humanos o de objetos, la imagen de cada acontecimiento que subyace en el fondo de nuestra alma como individuos y como miembros de un sistema. Imagen que determina nuestra memoria, nuestra manera de mirar la realidad, las actitudes que adoptamos ante ella y las expectativas que generamos ante el futuro y que contribuyen a la construcción del mismo.

Por otra parte, existen una serie de movimientos sistémicos genéricos que la Pedagogía Sistémica nos brinda como medio de descubrir si estamos ordenados dentro de los sistemas y como medio de ubicarnos correctamente dentro de los mismos para ocupar el lugar adecuado. Concretamente, hay movimientos que posibilitan identificar las imágenes que deterioran y las que favorecen la relación saludable y eficaz entre el sistema escolar y el familiar y la relación de ambos con el institucional; así como hay imágenes relativas a las diferentes relaciones entre los miembros dentro de cada uno de ellos.

 Además de este nuevo paradigma cuántico, en la Pedagogía Sistémica se aplica un ENFOQUE FENOMENOLÓGICO. El enfoque fenomenológico conlleva exponerse al fenómeno ,enfrentarse a la realidad y experimentar el proceso de auto-conocimiento .Describe las vivencias y aclara el sentido que nos envuelve en nuestra vida cotidiana, nuestro significado como seres humanos, en definitiva la experiencia que somos.

La Fenomenología entiende la educación como una dimensión de la vida cuya duración es prolongada y sus efectos duraderos. Podemos hacer de ella una praxis cuya meta sea la transformación de la existencia y no sólo el cambio educativo. En esta época donde los niños están desbordados de información que incita al consumo indiscriminado y al culto de lo novedoso, se hace cada vez más necesaria una enseñanza que integre de forma crítica dicha información, que aliente a pensar por uno mismo y que restaure los valores. La Fenomenología nos enseña que la conciencia es intencionalidad hacia el mundo y que éste es constituido por aquella en la medida en que le da sentido.

La Fenomenología contribuye decisivamente al desarrollo del pensamiento y del ser y es adecuada para mejorar el juicio, el vínculo entre el pensamiento y la acción ( López Sáenz).


II. LA IMPORTANCIA DEL ORDEN Y LA PERTENENCIA PARA PODER EDUCAR

Cómo esta visión sistémica de la pedagogía está inspirada básicamente en el trabajo fenomenológico transgeneracional de Bert Hellinger ,entonces el identificar, ordenar y asentir a las etapas de los procesos vitales ,tal y como son, es crucial para este paradigma ,al igual que lo es el honrar la historia y los padres de todos los implicados en el proceso: Familia , escuela y administración o gestión. Por otra parte conviene tener presente que pertenecemos, formamos parte y estamos vinculados entre nosotros que no somos seres aislados .

Todos nosotros antes de padres hemos sido hijos y antes de educadores hemos sido alumnos. También antes de contribuir a la gestión de la educación hemos sido hijos y alumnos.

Por tanto el orden es que primero somos hijos y luego padres, primero somos alumnos y luego educadores. Primero somos hijos y alumnos y luego gestores.

En la práctica, cuando nos reunimos como padres , educadores y gestores para reflexionar sobre la educación y sobre las futuras generaciones, nuestra inquietud básica no debería de ser cuestionarnos si somos buenos padres, educadores o gestores y si lo estamos haciendo bien; sino si estamos reconciliados con nuestra historia personal familiar y académica, si estamos reconciliados con nuestra trayectoria profesional dentro de la educación y si estamos reconciliados a nivel transgeneracional:

 Si estamos en paz y hemos asentido a nuestras historias tal y como son sin vivir reprochando o anhelando que hubieran sido diferentes.

 Si respetamos los procesos tal y como fueron y podemos ordenar cada etapa de los mismos dignificándolas, aunque fueran duras o dolorosas, reconociendo que forman parte y que tuvieron un sentido.

 Si hemos agradecido y honrado a todos aquellos que formaron parte relevante de nuestra historia familiar y académica y sin los cuales nosotros no seríamos como somos ni estaríamos donde estamos.

 Si podemos incluir y dar un lugar en nuestro corazón a los que teníamos excluidos por vergüenza, rencores, temores o ignorancia.

 Si somos capaces de ver todo lo que hubo más que todo lo que faltó y lo que pudo ser más que lo que no fue posible.

 Si podemos considerarnos como miembros de la cadena transgeneracional: Pertenecientes a nuestra generación, procedentes de la generaciones anteriores y con influencia en las posteriores.

 Y básicamente si hemos asumido que “pertenecemos “y “estamos vinculados”. Que formamos parte de algo más grande que nosotros y que estamos ligados por profundos lazos de amor y de lealtad a nuestros sistemas, en especial al de la familia de origen ( Pastor, 2003).



III. CONCLUSIÓN

En cualquier caso, el objetivo final de la Pedagogía Sistémica es incluir, arraigar y vincular; es ordenar el amor para contribuir a reestablecer el equilibrio, la paz y el amor intra e interpersonales para beneficio de las generaciones pasadas, actuales y futuras.

En esta dirección, la familia, la escuela y la sociedad que apliquen esta Pedagogía serán un espacio de comunicación e interacciones respetuosas donde, respetando el contexto de procedencia de cada uno, todos tengan su lugar, lo ocupen y asuman sus responsabilidades. Donde se aprenda a contemplar la vida como una serie de actos de amor, algunas veces de amor ciego. Donde se aprenda a tomar la vida y la muerte , a poner mas energía en la búsqueda de soluciones que en la de problemas y donde se cultive la aceptación más que el deseo.

La Pedagogía Sistémica nos educa para desarrollar una mirada amplia y flexible , capaz de girarse a mirar el pasado para poder contemplarle, asentirle, honrarle y tomar la fuerza que de ello se deriva , y capaz de dirigirse de nuevo hacia delante, hacia lo que sigue, con confianza en la vida y en los recursos de que todos disponemos gracias al legado de las generaciones precedentes en función de las cuales se desarrollarán las futuras.

El reto consiste en ser capaces de ocupar nuestro lugar con dignidad, sin anhelar otro diferente y desde ahí posibilitar que, día a día en lo cotidiano vayamos contribuyendo a construir el futuro potenciando en nosotros mismos y, en consecuencia, en las nuevas generaciones “el amor que ve” en vez del amor ciego y “el amor que trae orden, fuerza y felicidad” en vez del amor que trae desdicha y enfermedad.

Como padres, familiares, educadores y gestores de la educación es importante que asintamos a nuestra historia familiar y académica, a nuestras raíces y nuestros orígenes. Es importante que cada cual ocupe su lugar para poder educar pues solo desde nuestro lugar dispondremos de la fuerza para poder mirar a la realidad tal y como es y para contribuir constructivamente dentro de la misma.

EL FUTURO DEPENDE EN GRAN MEDIDA DEL PASADO Y DEL PRESENTE Y NOSOTROS SOMOS EL PASADO Y EL PRESENTE DE LAS GENERACIONES FUTURAS.

jueves, 4 de diciembre de 2008

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Justo hoy, 4 de diciembre de 2008, como bien dijo el Ingeniero Alfonso Malpica Cárdenas, se hizo historia con la graduación de la Primera Generación a nivel mundial de la Maestría en Pedagogía Sistémica.

Justo hoy, al escuchar nuestro Himno Nacional Mexicano, en la estrofa que dice "un soldado en cada hijo te dio", mi cuerpo se estremeció y pensé que entonces como egresados haremos las veces de soldados ya que como maestros egresados de la Pedagogía Sistémica que ahora somos, nuestra misión es poner en práctica lo aprendido en servicio de la vida y para beneficio de nosotros y de los demás.

Justo hoy hay que marcar con claridad este parteaguas en la historia de la educación, mirando siempre sistémicamente cuando estemos en aula.

Justo hoy es el momento de tomar y crear conciencia de nuestra responsabilidad y compromiso.

Justo hoy, me permito hacer extensivo el que le damos gracias a Dios por darnos esta maravillosa oportunidad de haber adquirido un conocimiento que nos permita poder servir mejor.

Justo hoy, al Cudec, a Angélica Olvera, a mis maestros y compañeros, a mis alumnos, las gracias les doy.

Guillermo Lora Santos.
dic. 2008.